Economía Circular para PyMES

Las Pequeñas y Medianas Empresas también pueden participar de la economía circular

Economía Circular en Pequeñas y Medianas Empresas

El paso de una economía lineal a una circular, es decir, aquella economía que promueve un uso eficiente de los recursos y reduce la cantidad de residuos desde el diseño y la planificación, no es una tarea sencilla. Por ello, es habitual ver que las grandes corporaciones son las que lideran este proceso, dado que cuentan con las capacidades técnicas y financieras suficientes para rediseñar su propuesta de valor.

Sin embargo, ¿esto significa que las pequeñas y medianas empresas están impedidas para ofrecer productos o servicios “más” circulares? La respuesta es no. En esta nota, veremos que, con la implementación de pequeñas medidas, las PyMEs también pueden eco-innovar.

Menos materiales para satisfacer la misma necesidad

La “desmaterialización” de la propuesta de valor es una de las estrategias de la economía circular. Al respecto, una medida muy sencilla de tomar para las PyMEs es la digitalización de trámites internos o comunicaciones, que previamente se hacían en papel. En la actualidad, hay muchas empresas que brindan este servicio de acuerdo a las necesidades de cada cliente.

Otra medida consiste en el rediseño de los productos ofrecidos, con el objetivo de que estos usen menos materiales. Un ejemplo de ello es el desarrollo de productos de tipo modular, que permitan separar los componentes internos para su actualización o reemplazo. En Espacio Sustentable, dimos a conocer el caso de SWAPBrush, un cepillo de dientes que puede servir de inspiración para otras empresas.

Aguas arriba y aguas abajo

Evaluar la “circularidad” de los proveedores es otra de las alternativas para dar los primeros pasos hacia esta nueva economía. Para ello, a la hora de buscar y seleccionar proveedores no solo habrá que preguntar precios y tiempos de entrega, sino que se deberá investigar cómo es su manejo de materiales: ¿tienen un plan de eficiencia para el uso del agua?, ¿cómo es la gestión de sus residuos productivos: los disponen en relleno sanitario o los valorizan a través del reciclado?, ¿desarrollaron un plan para el reemplazo de insumos tóxicos por otros más limpios? En caso de que tengan un departamento o gerencia de ambiente, este paso será más sencillo.

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es la cantidad y la calidad del residuo que genera el producto o servicio que brinda la PyME. A partir de esa línea de base, se pueden revisar las experiencias realizadas a nivel internacional y nacional para disminuir este impacto. Estas experiencias incluyen, entre otras, la reducción de material de embalaje, la posibilidad de que el producto pueda ser reutilizado con fines a los originales o el establecimiento de un sistema de retorno para el residuo post-consumo.

Del plan a la realidad

Si la orientación anterior sirvió para esbozar algunas medidas, es momento de pasar a la evaluación de factibilidad. Si se piensa en la satisfacción del cliente, cabe preguntarse si, con la innovación planificada, se estaría mejorando su experiencia. Si la propuesta involucra un sistema de retorno muy difícil de llevar a cabo para el usuario, el nuevo sistema puede ser muy bueno para el planeta, pero muy malo para las ventas.

Otro aspecto que incidirá sobre la factibilidad de la propuesta consiste en las modificaciones que se deberían realizar en el ecosistema productivo: ¿cambiar de proveedores?, ¿adquirir nueva maquinaria?, ¿implementar una logística muy diferente de la actual?, ¿usar nuevos canales de venta? Esto está ligado con el aspecto financiero: la innovación, ¿es económicamente viable?

Finalmente y, si luego de evaluar las factibilidades técnicas y económicas, se logró el desarrollo de una eco-innovación, es hora de comunicar. El porcentaje de consumidores que prefiere productos y servicios sustentables crece año a año. El diseño de una buena estrategia de marketing verde será, entonces, la forma de acercarse a ellos.

Redacción: