Si está roto, ¡reparalo!
Cuando extender la vida útil de un producto está en nuestras manos.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste cambiar la suela de un zapato o la varilla de un paraguas? ¿Y la última vez que compraste el repuesto para un electrodoméstico?
Es probable que haya sido hace mucho tiempo o, incluso, que nunca hayas hecho nada de lo anterior. El motivo es que, muchas veces, el costo de reparación de un objeto usado suele ser cercano al de comprar uno nuevo. Y ante estos casos, se suele elegir el producto nuevo.
Sin embargo, este aparente precio bajo oculta varios costos. El primero de ellos, y el que va a ser el primero en salir a la luz, es que el producto va a dejar de funcionar o se va a romper en poco tiempo, así que deberá reemplazarse a corto plazo. Los otros costos son aquellos no internalizados en el precio, pero que se vislumbran a través de los impactos ambientales en el ciclo de vida del producto, desde la obtención de la materia prima que lo compone hasta su disposición final.
Afortunadamente, hay varias iniciativas que surgieron en los últimos años para revertir esta tendencia de “comprar-tirar-comprar”. Una de ellas son los clubes o cafés de reparación, que buscan extender la vida de los productos de uso cotidiano. Este fenómeno, que fusiona conciencia ambiental, cultura DIY (“do it yourself” o “hágalo usted mismo”) y economía colaborativa, tiene cada vez más adeptos, especialmente, entre la población joven.
En Argentina, el máximo representante de este movimiento es el Club de Reparadores, cuyo grupo organizador brinda el espacio, los materiales y las herramientas para que los asistentes puedan reparar sus objetos y que estos no tengan que terminar su vida en un relleno sanitario cuando todavía pueden seguir siendo útiles.
Desde su lanzamiento a fines del año 2015, se realizaron 16 eventos (uno de las cuales fue internacional) en los que, en total, 630 personas repararon 731 objetos. Los objetos que estuvieron más presentes fueron auriculares, lámparas, camisas, pantalones y mochilas. Pero su accionar no termina allí: como valor agregado, la organización realiza un mapa de reparadores locales para revalorizar esta rama del oficio de la economía circular e incorpora la tecnología de impresoras 3D para la construcción de repuestos.
Para el 2017, el Club proyecta la promoción de ediciones independientes para que las comunidades, los barrios, las ciudades o las universidades puedan ampliar lo que los organizadores definen como “acción reparadora”. Asimismo, se trabajará en la consolidación del mapa de reparadores.
¿Participarías en algún encuentro colaborativo de reparadores?
Bonus track: Seis preguntas para saber cuán reparable es un producto
- ¿Se puede abrir o desensamblar con herramientas comunes?
- La cantidad de herramientas que se necesitan para reparar, abrir o desensamblar, ¿es adecuada para la complejidad del producto?
- ¿El producto se puede abrir/desensamblar sin romperse?
- ¿Es fácil conseguir aquellas partes que se gastaron o rompieron?
- ¿La reparación se puede hacer con facilidad y sin exponerse a materiales tóxicos?
- ¿El producto tiene un manual de reparación (en papel u online)?
Si la respuesta a todas estas preguntas es sí, no hay excusas para no repararlo.
Link de interés: Fan Page del Club de Reparadores
Redacción:
Nancy Lago
Lic. en Gestión Ambiental Urbana, especialista en Ingeniería Ambiental, Master en Energías Renovables.
Excelente nota. Son muchisimas las cosas que se pueden reparar, y las que no sirven como repuestos. Para alguien que lleva años haciendo esto, es bueno que se reconozca la importancia ambiental de la actividad. Saludos.
Gracias raul